La memoria en la menopausia: ¿es tu pasado una historia real o un guion reescrito?

Si has notado que en esta etapa de tu vida las emociones parecen más intensas, que los viejos recuerdos resurgen sin previo aviso, o que te sientes atrapada en un ciclo de “drama” justificado por el pasado, no estás sola.

La ciencia revela que la menopausia no solo transforma el cuerpo, sino también la forma en que el cerebro procesa la memoria y la emoción. Y no siempre de la manera que esperamos.

La memoria no es un video: es un guion en constante edición

La neurociencia ha demostrado que la memoria no es una grabación de vídeo inmutable, sino una narrativa que se reescribe cada vez que la evocamos. El cerebro no reproduce los recuerdos: los reconstruye.

Esto significa que cada recuerdo puede estar teñido por información nueva, por creencias actuales o incluso por el estado emocional del momento.

La psicóloga Elizabeth Loftus, referente mundial en el estudio de la memoria, demostró en sus investigaciones que es posible implantar recuerdos falsos en la mente de las personas. Sus famosos experimentos, como el del accidente de coche, muestran cuán fácil es alterar lo que creemos haber vivido.

En otras palabras: gran parte de lo que recordamos puede no ser un hecho exacto, sino una versión influenciada por nuestras emociones actuales.

 

El “modo drama” y el bucle del cortisol

En la menopausia, la disminución del estrógeno afecta directamente al sistema nervioso y a la forma en que regulamos las emociones. Los filtros que antes amortiguaban pensamientos y recuerdos intrusivos se debilitan, haciendo que experiencias no resueltas resurjan con fuerza renovada.

Aquí ocurre la trampa: un recuerdo doloroso —aunque esté parcialmente deformado— puede activar toda la respuesta de estrés en el cuerpo. El eje hipotálamo–pituitaria–suprarrenal se dispara, inundando el sistema con cortisol, la hormona del estrés.

Si este ciclo se repite, puede crearse lo que llamamos adicción al cortisol: el cuerpo se acostumbra al estado de alerta y, sin darnos cuenta, buscamos excusas o historias para mantenerlo vivo. El “modo drama” deja de ser un rasgo de carácter: se convierte en una respuesta biológica.

 

No mines el pasado, procesa el presente

El error más común es “minar” el pasado, haciéndose preguntas como:

  • “¿Por qué me pasó esto?”

  • “¿Qué hice mal?”

  • “¿Por qué me hicieron esto?”

Aunque parezcan útiles, estas preguntas refuerzan la narrativa de víctima y consolidan el bucle del cortisol. Al revivir una y otra vez la experiencia, el cerebro no sana: se ancla en la historia de dolor.

El camino más liberador no es entender el pasado, sino procesar la emoción presente

 

Estrategias prácticas para liberar cuerpo y mente

Atención plena (mindfulness): observa el recuerdo sin juzgar, nómbralo con sencillez (“siento enojo”, “siento tristeza”) y permite que se disuelva como una nube en el cielo.

Moviliza la energía: el trauma no procesado se manifiesta como rigidez o dolor. Libéralo con movimiento: yoga, baile, boxeo, caminar, respirar profundo.

Cultiva emociones nuevas: en lugar de revivir la herida, practica cómo se siente la paz, la gratitud, la alegría. Así creas nuevas conexiones neuronales que reemplazan los viejos circuitos de dolor.

 

Una invitación a reescribir tu historia

La menopausia puede ser una puerta para dejar de ser la víctima de tu historia y convertirte en la heroína que elige cómo sigue el guion.

El pasado ya no tiene por qué ser una carga. Al liberar la emoción atrapada en tu cuerpo, puedes crear una nueva libertad y redefinir quién eres: no por lo que te pasó, sino por lo que eliges ser hoy.

 

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