No, querida, la menopausia NO te hace los mandados…

Hay una frase que escucho con frecuencia: Yo no tuve síntomas, a mí la menopausia no me hizo nada”. Y aunque suene como un alivio, la verdad es que es una ilusión peligrosa.

Porque la menopausia no pregunta si tienes sofocos o insomnio. La menopausia marca un hecho biológico inevitable: tu cuerpo dejó de producir estrógeno. Y ese cambio hormonal no se mide solo en sudores nocturnos o cambios de humor, se mide en algo mucho más profundo: la salud de tus huesos, tu corazón, tu piel, tu cerebro.

El mito de “yo no sentí nada”

Claro que hay mujeres que atraviesan la transición sin síntomas severos. Pero eso no significa que no haya cambios silenciosos ocurriendo.

El estrógeno es como un director de orquesta: mantiene en ritmo a tu sistema nervioso, tu densidad ósea, tu lubricación vaginal, tu memoria y hasta tu estado de ánimo. Cuando se retira de escena, la música sigue… pero descoordinada.

Y ojo: no siempre los efectos se sienten en el momento. He conocido mujeres que llegan a los 68 años diciendo: “apenas ahora me empezaron los sofocos”. Sí, los síntomas pueden aparecer incluso años después de la última menstruación.

 
 

Estrógeno: el protector que se despide

Sin estrógeno, tu cuerpo entra en una nueva etapa. Eso significa:

  • Huesos más frágiles: aumenta el riesgo de osteoporosis.

  • Corazón vulnerable: se pierde parte de la protección cardiovascular que daba el estrógeno.

  • Cerebro más expuesto: cambios en memoria, concentración y estado de ánimo.

  • Piel y mucosas más secas: desde la piel hasta la vagina.

Y no, no lo notas en un día. Son cambios acumulativos, que si no los miras de frente, un día tocan la puerta como un huésped inesperado.

Entonces… ¿qué hacer?

La buena noticia es que no todo está perdido ni mucho menos. La menopausia no es un castigo, es una invitación a cuidar tu cuerpo con una conciencia distinta.

Cosas tan simples como:

  • Ejercicio regular (especialmente fuerza).

  • Alimentación rica en calcio, vitamina D y proteínas.

  • Hábitos que protejan tu corazón (menos azúcar, menos alcohol, menos cigarro).

  • Explorar, con tu médico, opciones de terapia hormonal o alternativas naturales según tu caso.

  • Y sobre todo: dejar de vivir en negación.

 

La verdad incómoda (pero liberadora)

La menopausia no te “hace los mandados”. Te transforma, te abre otra puerta. Aunque hoy te sientas “a salvo” porque no tienes síntomas, la fisiología ya cambió. Y hacerte la desentendida es como dejar las llaves de tu casa puestas en la puerta: tarde o temprano, alguien entrará.

La invitación es clara: mírate al espejo de tu biología, infórmate, toma decisiones conscientes y recuerda que esta etapa no es el fin, es el inicio de tu segunda primavera. 🌸

 

⚠️ Aviso importante:
Este artículo tiene un fin informativo y educativo. No sustituye la consulta médica ni el diagnóstico profesional. Ante cualquier síntoma persistente o duda sobre tu salud íntima, consulta siempre a tu ginecólogo o especialista de confianza.

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